Un equipo de 6 arqueólogos, ha llevado a cabo gigantes hallazgos en el campo de concentración franquista de Albatera (Alicante), donde fueron a parar parte importante de los cuadros republicanos que no pudieron huír de la represión en el puerto de Alicante al finalizar la Guerra Civil.
El arqueólogo que dirige los accesorios, Felipe Mejías, explica: «Es la primera ocasión que se documenta arqueológicamente y completo un barracón de un campo de concentración franquista de estas magnitudes, permanecen todos los pilares y hemos encontrado los planos en el Documento de Salamanca», asegura Mejías.
La ubicación de las arquetas sifónicas de los aseos del barracón ha aflorado los restos de sedimento de excrementos que, analizados, tienen la posibilidad de ofrecer pistas sobre probables patógenos para estimar de esta forma la pobre dieta de los prisioneros del campo de concentración de Albatera.
Los equipamientos además tiene localizada la gran fosa séptica situada a un centenar de metros del barracón.
El campo de Albatera, tiene una área de 14 hectáreas y las fosas usuales se hallan en el exterior aun cuando los arqueólogos sospechan que dentro del campo además se fusilaba prisioneros.
«En el área norte, dentro del campo empero alejado de la ingreso, hay un bancal concreto que hemos prospectado donde hemos encontrado mucha munición percutida Mauser, indiscutiblemente franquista, y además más munición alemana, lo cual coincide con los testimonios de los prisioneros», abunda Felipe Mejías.
Los trabajos del equipo han propiciado que se sumen nuevos testimonios orales.
Muy lento, juntando testimonios orales, documentación inédita y los hallazgos de la excavación, los accesorios avanza hacia el primordial objetivo del plan a extenso plazo: producir un museo sobre el campo de concentración franquista en la posguerra.
En paralelo, continúa la averiguación de las fosas habituales de Albatera.
«Nuestro objetivo es enseñar con arqueología que todo eso pasó», concluye Felipe Mejías.
