Los paneles fotovoltaicos ganan presencia en el paisaje de la comarca, donde las 3.000 horas de sol anuales favorecen el desarrollo de esta energía limpia, la más competitiva de las renovables y con importantes beneficios ambientales.
Con ellas, se reducen las emisiones de efecto invernadero, la no generación de ruidos ni olores y la no contaminación del aire.
La demanda del autoconsumo se ha disparado en los últimos años, puesto que los precios han caído casi un 80% en una década.
También existen plantas solares ubicadas en terrenos agrícolas sin cultivar por su escaso potencial y proporcionan una rentabilidad mayor a sus propietarios por el alquiler del suelo.
Objetivo: disponer de energía ‘verde’ y accesible
Debido a la subida del precio de la electricidad, hay que apostar por las energías renovables y que estas estén mejor gestionadas. Se defiende la necesidad de instalar paneles en los tejados de manera ordenada y lo más rápida posible para impulsar la transición energética.
Una de ellas es el medio ambiente, ya que las plantas solares son un oasis para la naturaleza porque no hay actividad humana, ni ruidos ni polución, además, se sitúan en lugares que no afecten de manera negativa al paisaje ni a las especies.
Se baraja que el 60% de la población mundial vivirá en ciudades en 2030, sin apenas espacio para colocar paneles en los tejados, por lo que no queda más remedio que instalar las plantas en lugares donde afecte lo menos posible en el campo.